Prólogo | “Habitante invisible”, de Jorge Enrique González Pacheco

El escritor Jorge Enrique González Pacheco mostrando su libro "Habitante invisible" (Ed. Deslinde, Madrid, 2020).

Jorge Enrique González Pacheco sabe de emociones. De emociones profundas, de esas que son imposibles de fingir. De esas que desatan tormentas, guerras, o hacen subir al tope de vértigo y arrebato. En Habitante invisible los cuerpos tienen el color de la lluvia, del mar, de las lágrimas, y por eso es posible ver a través de ellos. ¿Y qué es lo que uno puede ver? Piel, mucha piel. Piel que se eriza al contacto de otras pieles. También su naturaleza en estado de alerta, como si el poeta recién la hubiera inventado solamente para nosotros. En Habitante invisible hay resurrecciones y pérdidas feroces. Por ahí circulan la figura de la madre, de un primo que partió antes de tiempo, de amigos, de lejanos puertos que por lo visto nunca más podrán alcanzarse. Hay océanos que separan continentes y vidas. Hay lejanías que jamás podrán darse la mano. Hay mástiles que surcan mares y se pierden, y naufragios que provocan deseos de seguir construyendo versos para así lograr superarlos. Hay abismos que la palabra construye con peligrosa precisión. Hay exilios que obligan a la nostalgia para así curar las heridas. Pero por encima de este universo hecho de agua transparente, de evocaciones que se leen como música, y de personajes que entran y salen de los poemas como fantasmas recurrentes, hay siempre una golondrina que nos recuerda que seguimos vivos y alertas a pesar de nosotros mismos. Qué gran poemario es Habitante invisible. Qué gran territorio ha construido Jorge Enrique para estos Adán y Eva poéticos a los cuales ha dado vida.


Prefacio al libro Habitante invisible (Ediciones deslinde, Madrid, 2020), de Jorge Enrique González,
por el novelista, dramaturgo y guionista chileno José Ignacio Valenzuela.