Reseña | “Soluna. Embrujos de amor y guerra”, de Yasmín Sierra, por Fidel Fidalgo

La escritora cubana Yasmín Sierra junto a la portada de su novela "Soluna. Embrujos de amor y guerra" (Ediciones Deslinde, Madrid, 2019).


Soluna. Embrujos de amor y guerra (Ediciones Deslinde, Madrid, 2019), de la habanera Yasmín Sierra Montes (nacida en el Cerro y residente en San Nicolás de Bari), nos llegó con el verano por cortesía del Frente de Afirmación Hispanista, A. C., y el cuidado editorial de Ediciones Deslinde: labor de Francis Sánchez e Ileana Álvarez. Una hermosa cubierta con la Cecilia Valdés II del holguinero Cosme Proenza, es el pórtico que nos recibe incitante para realizar una lectura de familiarización, pero ¡cuidado!, la trama te atrapa en cuanto comienzas a leer y te subyuga, Soluna es una mujer de armas tomar, poderosa en su carácter y de palabra que convence para creer la historia que narra en primera persona del singular, pero hay momentos en que se desdobla y, ya casi como un narrador omnisciente, parece saberlo todo, y es que su escritora, mujer de letras e investigadora de la Historia, le insufla vida al personaje que recrea para adentrarnos en los horrores de la guerra hispano-cubana, en uno de los episodios más aberrantes de ese conflicto entre la Isla y su metrópoli —la Reconcentración decretada por Valeriano Weyler—, telón de fondo que Sierra Montes va bordando con todos los padecimientos a los que son sometidos campesinos y pobladores de pequeñas localidades, y, en particular, San Nicolás de Bari, como pueblo mártir es descrito en su geografía, su clima inclemente y su dimensión más humana en un cuadro de personajes míticos y casi fabulosos, que convierten a esta autora en una seguidora del realismo mágico que grandes de la literatura americana han legado a la cultura universal.

Esos seres que sufren y luchan por sobrevivir en este entorno adverso y agresivo se desangran, mueren y se convierten en leyenda, aun cuando están condenados al anonimato. Sus fosas comunes fertilizaron los llanos y humedales del sur del occidente cubano, se aprovechan costumbres y rituales diversos para enriquecer el contexto narrativo y hacer más vívida la travesía de una mujer paradigmática de todo lo que ha padecido el género femenino en su avatar de calumnias, discriminación y trato vejatorio, tan solo por el simple hecho de ser mujer. Ese es un mérito, en mi humilde juicio, que posee esta novela, porque a pesar de todo, Soluna sabe soslayar escollos y escapar de la muerte y de la ignominia, aun cuando reconoce que su amor es maldito y que la conduce a la perdición/redención final. Su monólogo a la Luna es un hermoso pasaje dentro de la novela y una prosa poética antologable que mucho dará qué hablar entre sus lectores. El capitán Octavio se alza como el émulo de una hechicera que no solo da cuenta de su vida si no que lo humaniza. Clérigos, vecinas pendencieras, sacrificados insurrectos, envidiosos, criminales y resentidos de toda laya pululan en estas páginas, por ellas se avanza con facilidad por la estructura escogida por la autora, hay limpieza en lo escrito y dominio de los resortes fabulativos por la autora. Detenerse en algunos detalles que pudo salvar la edición no sería justo, Yasmín hace valer su oficio de narradora, de poeta e historiadora y esta obra le garantiza un lugar entre la avanzada de las novelistas de nuestra nación.
Recordar a Martí en El Presidio Político es obligado: España no puede ser libre, tiene mucha sangre en la frente, eso nos corrobora esta entrega de Deslinde, a quien agradezco la generosa oportunidad de acercarme a un texto que rebosa cubanía y mucho de conocimiento de la psicología humana.
¡Qué supremo bien hace la lectura cuando, en contacto con el pasado, tratamos de mejorar el presente!


Reseña a la novela Soluna. Embrujos de amor y guerra (Ediciones Deslinde,
Madrid, 2019), de la cubana Yasmín Sierra Montes, por el escritor Fidel Fidalgo Moncada.